sábado, 29 de octubre de 2011

Como quintales, las piernas


He REGRESADO. El pasado domingo acudí a Ciempozuelos para disputar su carrera de 10km, que discurre por un circuito de dificultad medio-baja y que visita las zonas céntrica y periférica del municipio.  


Último repecho antes de cruzar la meta
Y habiendo acumulado sólo tres semanas de preparación,  ¿por qué fui hasta allí?. Quería respirar el ambiente festivo y competitivo típicos de los domingos de carreras. Este comienzo de temporada se me está haciendo muy duro: pesas, ejercicios de fuerza, circuitos oberones, más pesas, otras tantas cuestas y muchos kilómetros.  Estamos tratando de construir  la mejor base para acometer de manera efectiva retos venideros, especialmente en el campo a través, pero no puedo ocultar la incertidumbre que me provoca el hecho de sentir mis piernas todo menos livianas. Pero oiga, ¿esto hasta cuándo?.

Si bien no iba preocupado por los tiempos, ya antes de llegar allí había imaginado que no habría un gran nivel habida cuenta de la cantidad de carreras que se celebraban ese finde en Madrid- más de media docena- Sin embargo, el podio se decidió entre tres atletas que corrieron por debajo de 35 minutos.



Sensaciones posteriores: desecho
 y pa chopped
Durante la primera de las dos vueltas que debíamos completar, soporté el ritmo del grupo perseguidor -compuesto por unas ocho unidades, entre ellas el que suscribe-, pero al paso por el km 5 éstos tiraron y me quedé solo en medio de la nada. No podía ir a más porque mis piernas no podían y estaban bloqueadas. 
Finalmente, entro en meta en 35:48 y en 10º posición, siendo a la vez 6º sénior. Bien, porque en la segunda vuelta nadie me adelantó; mal, porque necesite más tiempo para cubrir la segunda y última mitad.

No me gusta correr con esta sensación de lastre.  Voy a esperar 2-3 semanas para volver a ponerme un dorsal y comprobar, ya entonces, la evolución en la preparación.


¡Un saludo!


martes, 18 de octubre de 2011

Recuerdos del frío


Hace unos días descubrí la original y siempre agradecida campaña publicitaria del próximo maratón de Valencia. En los distintos sketches se puede contemplar el asombro generalizado ante un hombre que es capaz de correr sobre las aguas.

La luz del verano se apaga y el otoño nos va marcando el camino hacia el invierno, aunque ya se sabe que en Madrid, que está situada en una zona interior, son frecuentes los repentinos y extremos cambios de temperatura. Con todo, y cuando pienso en bajas temperaturas, no puedo evitar traer a la memoria los días en que yo, también, corría sobre el agua… helada.

Clavos,  pa´que os quiero, si tengo alas para volar











Durante mi estancia en Praga entre 2008 y 2009 como estudiante Erasmus, se me fue, sinceramente, la pinza. Decidí no dejar del todo mis entrenamientos y dedicaba entre 4 y 5 días a la semana a correr un poquito en un bosque enorme situado en el sureste de la ciudad, junto a la residencia en que vivía en el barrio de Hostivar. Un precioso lago y un terreno irregular rodeado de naturaleza.

Correr a -10º C se convirtió en algo anodino durante aquel invierno. Trotar sobre la nieve y el hielo, también. Y acostumbrarse a las miradas de reprobación de los checos llevó, asimismo, muy poco tiempo. Y subrayo esto porque si hubiera de resumir lo que da de sí el ocio al aire libre de los praguenses me limitaría a señalar : uno, los perros -los aman- y dos, el esquí de fondo. Resulta lógico entender, por tanto, la forma en que censuraban mis rodajes bajo cero, a tenor también de la tantas veces testada incapacidad de muchos de éstos para ser amables. Vamos, que allí no corría ni Perry.


Distrito Praha 10

Ahora bien, ¡qué sorpresa me llevé al trotar por un pequeño parque berlinés! A relativa poca distancia de Praga, las diferencias culturales se acentuaron al comprobar que había una legión de decenas  de corredores con los últimos atuendos de marcas por todos conocidas. Lo que allí vi no era sino el contraste entre un estado occidental construido sobre el bienestar social y algunos visos de la tradición cultural de un país exsocialista. Porque una cosa es el conjunto de la sociedad y otra muy distinta las individualidades.  Y hablo, por ejemplo, del decatleta Roman Šebrle, la lanzadora de jabalina Barbora Špotáková o Emil Zátopek, todos ellos campeones olímpicos nacidos en la República Checa.

Dos próceres del deporte checo y mundial

En Praga comprobé lo que es la auténtica soledad del corredor de fondo. Mis amigos allí no entendían por qué lo hacía, y no quiero pensar los días que hubieran empleado los agentes de la policía checa en encontrar mi cuerpo serrano en caso de haber tenido un accidente, en la noche, por alguno de los escondrijos de aquel bosque. Pero la cabezonería y la satisfacción de correr mi primera San Silvestre Internacional con ese duro entrenamiento en mis piernas hicieron que el esfuerzo valiera la pena.

El invierno es duro, pero ya se sabe: la historia siempre puede ser peor.  
Y yo le preguntaría al bueno de Zátopek: con esa rasca, ¿cómo diantres te metías para el body 40 repeticiones de 400 por sesión (entre 1’10″ y 1’15″)? .


Así me recibió y de la misma guisa me despidió