jueves, 25 de abril de 2019

Bikila, Antón, Radcliffe, Papá: El maratón de Madrid


En tiempos de Strava, era un secreto a voces (!). Durante semanas he escuchado a mi cuerpo antes de lanzar las campanas al vuelo. Las sorpresas amargas en forma de molestias físicas en los últimos 2 años me han obligado a ser muy prudente y a pensar sólo en el día a día. Y hoy, a exactamente 2 días vista del maratón, me atrevo finalmente a decir en voz alta que "SÍ", si todo va bien, disputaré mi primer maratón el próximo 27 de abril en Madrid

¿Por qué el Maratón?

En un tiempo tan incierto y líquido, en un contexto personal de cuestionamiento y, sobre todo, ante una excesiva consciencia de individualidad, cuesta encontrar pistas nítidas acerca de lo que creemos, hemos sido llamados a hacer en esta vida


Algunas personas, durante su infancia, van recibiendo ciertas pistas o nociones, especialmente desde su entorno social, acerca de lo que les tocará vivir: a veces estrechamente relacionado con un oficio, en otras con un dogma religioso o, simplemente, con el fin y principio de un ciclo vital. Así, por ejemplo, en ciertas latitudes hay personas que esperan con desvelo el día en que escenifican su tránsito de niña/o a mujer/hombre. En el caso de ellas lo llaman "puesta de largo". Otros rubrican su compromiso con una causa que, consideran, merece la pena creer (e incluso morir). También se conoce como "jura de bandera" en el ámbito militar. Y sólo por su capacidad para ilustrar esta idea, tomo prestado del diccionario taurino la expresión "tomar la alternativa". Pues bien, si por un momento hago acopio de este símil, pocas certidumbres tan claras he tenido en mi vida como que algún día correría un maratón. Me gustaría referirme a ello como "mi rito de paso".


Si bien estas confirmaciones suelen tener en común el componente tribal y comunitario, no me puedo imaginar una preparación más solitaria que la de los corredores de larga distancia. Y no es que lo repudie, al contrario, encaja con mi forma de ser. Sin buscarlo, correr, como os pasará a muchos/as, nos ha marcado profundamente. Podría citar aquí muchos lugares comunes a la hora de describir la pasión por este deporte, pero sólo acierto a decir que para mí es, simplemente, una forma de estar (sobre la tierra). Y creo que, como algo natural, y después de 13 años corriendo, la prueba reina ha llamado finalmente a mi puerta.

¿Cuántas veces habré conseguido tirar de motivación en los últimos metros de un entrenamiento duro pensando que podría ser el final de mi maratón?¿Cuántas veces me he visualizado levantando las manos al llegar a meta? ¿Cuántas veces he visto el final del triplete español en Helsinki 95 o la gloriosa llegada de Abel Antón a la Cartuja en 1999? Incontables o las suficientes como para saber que hay una sustancia ahí detrás que me mueve.

Siendo un niño contemplé a mi padre correr varios maratones y en ese momento, casi sin saberlo, adquirí para siempre el compromiso de imitar su pasos. Y como en mi casa ni somos creyentes ni pertenecemos a una saga de profesionales, correr 42 kms no sólo es una asignatura pendiente y un sueño: también es un rito que pasa por, 33 años después de SU primera vez (casi como mi edad actual), cerrar un círculo para pensar que, de alguna forma, el cosmos se vuelve a equilibrar (¿No seré yo Desmond en Lost?).

¿Por qué ahora?

Siempre me dije que esperaría a cumplir los 30 para dar este paso. Nunca he tenido prisa y de alguna forma siempre he tenido el plan en mi cabeza. Quizás las personas que llevamos "un ratito" corriendo aplicamos algo más de sentido común -si es que lo tuviera per se, que a veces pongo en duda- el paso a tan larga distancia. 

En estos años, también, he ido cogiendo los apuntes de algunos de vosotros, amigos, que con vuestros proyectos maratonianos he tomado buena nota de lo que significa prepararse para correr 42 kms. Respeto tanto la distancia que cuando un amigo o familiar ajeno a nuestro mundo me pregunta "¿ah pero tú no corrías ya maratones?" me quiero arrancar literalmente la peluca!!

Por otra parte, no ha sido fácil volver a entrenar con disciplina tras 2 años entrenando de forma intermitente por las molestias en el pubis y psoas. Tanto es así que, tras tomarle el pulso a los 10kms -mi distancia predilecta hasta la fecha- el pasado verano  y comprobar que estaba algo lejos de mi nivel previo a la lesión, decidí volver de manera "tapada", sin referencias previas en la distancia y mimando y haciendo macerar un estado de forma óptimo a partir de una sólida base como es la de la preparación del maratón. 

Curiosa paradoja, por otro lado, la de tratar de dar un paso adelante en eso de la madurez deportiva en un momento de bastante crisis atlética, ¡pero supongo que uno a veces así soy así de inoportuno, incómodo y difícil con uno mismo ...! 

Sea como fuere, la cura de humildad que nos inflige un estado bajo de forma o un mal resultado cuando competimos en lo que creemos es nuestro feudo o dominio (o "zona de confort", aunque esta expresión me produce sarpullido), es un reflejo tremendamente fiel de los altibajos que podemos experimentar en otras facetas de la vida: hoy puede ser tu momento, pero mañana a lo mejor ya no... ¿Pero quién te puede negar que pasado mañana puedas volver?.
El mundo sería mucho mejor si conociera la humildad y la empatía de la clase obrera del "running" (aunque esta sentencia suene a Veterano "F", sigo siendo Senior!).


¿Por qué Madrid?

Comparativamente, Madrid no es el mejor escenario para correr 42 kms. Además de su perfil accidentado y de su altitud, la densidad de corredores en marcas sub 3h-2h50 tiene mucho que envidiar en la actualidad a Sevilla o Valencia.

Su infraestructura es potente como para dar respuesta a tres distancias de asistencia masiva y su maquinaria comercial emite el ruido suficiente como para que todos sepamos que el Maratón de Madrid, encuadrado en el circuito Rock&Roll series y en posesión del la Gold Label (el máximo reconocimiento) de la IAAF, sigue siendo un reclamo y un clásico. 

Ya lo era a principios de los 90s, cuando mi padre y sus 'colegas' se vestían con el naranja del Mapoma. Fue el primer maratón en suelo español y, ahora, en 2019, cumplirá casualmente 42 años. 

Entonces era su colección de uñas moradas. El olor a reflex. La cara empapada de sudor e infestada de insectos pegados tras un duro entrenamiento. Los sentidos avivan la memoria y me trasladan a mi infancia, al recuerdo de acompañar a mis abuelos y a mi madre a ver entrar en meta a mi padre en El Retiro. Aunque entonces no me imaginaba cuánto cambiarían las reglas del juego,  él, sin pretenderlo, me inoculó este veneno.

Y todo este ladrillo para llegar hasta aquí, a mi declaración y manifiesto:

Porque cuando no tengo fuerzas para salir a entrenar, es la primera persona a la que llamo para escuchar ese "descansar es importante así que por un día que no salgas no pasa nada" (y así sentirme yo menos "mal"); por todo el taladre de los ritmos y las expectativas al que le someto antes y después de una competición; porque es capaz de madrugar lo indecible por acompañarme a competir al último pueblo del mapa (más allá de la zona B2); por traer siempre imperdibles porque sabe que a mí se me va la pinza; porque no puedo explicar que, aún con 32 años, la sensación de que tu padre te esté esperando después de cada rodaje largo en la Casa de Campo para recibirte con avituallamiento y ropa de recambio, sigue siendo la máxima expresión de lo que para mí significa "casa", "familia", y "protección". 

Por intentar ser como aquel hombre que me sacaba varios palmos y que guardaba (y guarda) todas sus medallas en una bolsa de Galerías Preciados y, sobre todo, para comprobar, papási tenías razón cuando de pequeño te pregunté si algún día podría correr tanto como tú y y me respondiste que seguro que mucho más. Va por ti.

Si todo va "bien", pasado el día "D" compartiré por aquí cómo me he preparado esta cita. Creo por mi parte he hecho los deberes adecuadamente. Ahora sólo queda cabeza, corazón y patas. Eso sí, tengo un poquito miedo.

Amig@s, si estáis en Madrid, cualquier grito de ánimo durante el sábado será acogido con muchísima gratitud. Recibir la energía de los míos es otra de las principales razones por las que considero que Madrid es la ciudad idónea para debutar.

Besos y abrazos.






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