domingo, 28 de abril de 2019

Madrid: la peor suerte y el peor debut imaginados

¿Qué pasará hoy? mejor no preguntes
La preparación había ido realmente bien. Salvo tres días, a principios de marzo, en los que noté molestias en el tendón de Aquiles, no tuve ningún problema de salud. Desde mediados de enero fui incrementando progresivamente el kilometraje semanal y superando topes personales en este sentido, ya que nunca había corrido más de 85 kms a la semana.  A ello se sumaron mis 2 (primeras) tiradas de 30km con buenas sensaciones (y otros rodajes largos de 27, 25 y 24 kms). En el punto álgido de la preparación, llegué a sumar 100kms semanales durante 4 semanas consecutivas y el cuerpo los asumió sin emitir señales de auxilio. Y lo mejor, sin molestias en mi verdadero talón de Aquiles: posas/pubis.

En el apartado de la calidad, también considero que las sesiones me habían animado a creer en un buen estado de forma. Hay constancia de buenos 500s, 1000s y 2000s. También unos buenos 4000s en el perímetro del Retiro y, sobre todo, un último test de Gavela de 2x6000m  a 12 días de la carrera que presagiaba, cuanto menos, cierta solvencia a la hora de tener la sensación de tener los deberes hechos (22:45 y 20:55, respectivamente, que se corresponden, respectivamente, con, con promedios de 3:48 y 3:30min/km).



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Aproximación al ritmo de competición en maratón
El día de la carrera haba cuidado todos los detalles de la logística. Me preocupó haber dormido muy poco (a lo mejor 2-3h)  la noche anterior por los nervios, pero tanto Héctor como Google me habían indicado que si las noches anteriores había descansado y sobre todo, había sometido a mucho menos trote al cuerpo durante los días previos, no serían visibles los efectos.

Con el pistoletazo de salida, nos pusimos en camino hacia Plaza Castila en los primeros 4km. No quería dejarme llevar por la adrenalina final y el primer parcial de 5km sale 3:57. Me hubiera gustado algo más bajo pero hay mucha carrera por delante. Repasando las experiencias de Antonio en Mapoma, me aliviaba en cierto modo saber que los 15kms posteriores, sin hacer esfuerzos extra este promedio podría bajar considerablemente. Y así fue, segundo parcial de 5km en 3:50, y tercer parcial en 3:48. En este primer tercio ya he podido saludar a mi familia y a Héctor en Cuatro Caminos (km8) y a Álvaro y Kemal en Diego de León (km12).

A la altura del km15 aproximadamente, comienzo a rallarme porque, a pensar de tener buenas sensaciones, noto que tengo como unas chinitas en el pie izquierdo pero no parece algo importante. Nos separamos de los corredores de la media y tras saludar a David, mi cabeza ya está puesta en Canal, donde espero volver a ver a mi familia de nuevo y a Héctor. Les transmito con una sonrisa que voy bien pero en las bajadas especialmente sigo notando las malditas chinas y pese que a que hago algún movimiento feo, talonando con el pie contra el suelo para moverlas de sitio, parece que no hay forma porque siguen ahí. Eh... ¿en serio? no me digas que después de haber llegado hasta aquí, me está pasando esto.


A punto de dejar la Calle Ferraz, minutos antes de descalzarme
Tras pasar el cuarto parcial de 5km en 3:49, paso la media maratón en 1:20:18, puesto 27. Un dato muy bueno pero que en ese momento sólo acierto a interpretar con cierta amargura al comprobar que bajando Preciados, las molestias en la planta persisten y noto como, involuntariamente, me está cambiando la pisada ¿qué hago, por favor?. La bajada (y su impacto) por la calle Mayor acentúa de nuevo el dolor. Pasamos el Palacio Real y enfilamos Ferraz, pero al encontrarnos con Pintor Rosales, poco después de ver a Luis, lo hago: me paro para quitarme la zapatilla, sacudirla, y quitarme el calcetín y sacudirlo. Habré perdido un minuto como máximo (¡ay, si supiera lo que perdería después). 

El apetito competitivo me lleva a bajar por los alrededores del Parque Oeste con ganas para recuperar un poquito lo perdido.. pero cuando llegamos a la Avda de Valladolid me doy de bruces con la realidad: la chinitas (que debía ser diminutas porque ni las vi) ya habían hecho daño. Más de 10kms de molestias se habían traducido en una mega ampolla en la planta, además del estrés añadido y totalmente innecesario acerca de cómo gestionarlo en una batalla así. Mi gente está en Principe Pío y ven mi mala cara.

En la Casa de Campo me recibe Jesús, viejo amigo de Vicálvaro que me ha seguido hasta varios puntos de la carrera y me anuncia que aquí empieza el maratón. Él se refiere al baile con el muro pero no sabe que en ese baile nadie me sacaría a bailar porque ya estoy en el banco de las tullidas. Con cuentagotas me van pasando corredores mientras empiezo a ser consciente de la que se viene: o sea que este iba a ser mi debut en maratón. El peor de los escenarios parecía materializarse en el moridero de mi templo del correr en este bosque. 

Pero no, había otro escenario peor preparado para mí. Salvo la cosa como puedo hasta el 35 con un parcial de 5km en 3:58 pero ya no puedo más. Es dejar la Casa de Campo y sentirme totalmente fuera de juego con estos pies que están hechos un cristo. Siento desidia y rabia; me compadezco y empiezo a acusar una terrible agonía. La primera en la frente. 

Llego a la esquina de Virgen del Puerto y Calle Segovia y aunque me duele muchísimo hacerlo, tengo que parar a andar. Por primera vez desde que corro. Sé que en este repecho me espera Ana y se sorprende de verme subir andando: voy muerto, le espeto. Ella me anima y en ese momento vuelve a unirse Jesús, desde la bici. Me jalea diciéndome que a partir de la esquina tengo que ponerme en marcha aunque sea despacio, pero aún así me parece un mundo ponerme en movimiento. Los suelas de los pies no sirven ya para nada y soy, enteramente, un cadáver. Como me quedan 4kms y veo en el reloj 2:40, pienso en la posibilidad de ir andando el resto de la carrera...pero en un momento dado hay tanta gente gritándome sólo a mí que hago el esfuerzo y vuelvo a correr si es que a eso se le puede llamar así. 

Es la peor parte de la carrera. Me planteo seriamente retirarme pero he convocado a mis seres queridos y sólo por ellos tengo que acabarla, recapacito. Intento repetirme que tal vez sea el primer y el último maratón y que, sólo por eso, tengo que terminar esta distancia. Tampoco me he retirado hasta ahora de ninguna y si he sufrido varios kms así, aunque sea andando esto se termina. En el km 40 vuelvo a pararme para andar y a los dos minutos o así retomo el trote... en Embajadores está Laura a la que también le digo que voy muerto. Qué pena terminar así. 

Tiempos de paso y debacle final

A medio camino entre Embajadores y Atocha me recoge Álvaro y se pone a correr conmigo; sabe perfectamente en qué estado estoy y me dice que no me pare, que deje de mirar el reloj y que ya estamos cerca. Llegamos a Atocha y sólo acierto a pensar en la ilusión que tenía de terminar feliz, orgulloso y regalando saludos a los míos. Tristemente, la realidad es la del colapso físico y la de no poder ni acelerar. Por fin llego a meta y ni brazos en alto ni celebraciones (3:00:46).

Gracias a Álvaro puedo seguir avanzando porque estoy devastado. Me tiro al suelo y no soy capaz de hablar durante 15 minutos... ni de llorar. Tengo la vista borrosa y un estado de fatiga indescriptible. Después de traerme avituallamiento, tenemos que andar muchísimo hasta los puestos del Samur donde me miran la a ampolla que me ha torturado; también pido la mantita de muerto porque me muero de frío. Recojo la medalla pero no me hace ilusión.

Ya en Cibeles nos vamos congregando todos y poco a poco se me cambiando el color de la cara. Lo único bueno de este día ha sido la oportunidad de reunirles.

Había procurado no pensar en marcas concretas ni presionarme a mí mismo en mi primera maratón (aunque manejaba en mi cabeza una horquilla razonable de ritmos). Creo que no hice nada descabellado y que, simplemente, la mala suerte se cebó conmigo por las chinas. Hablándolo a posteriori con Jesús, me confirma que tiene un amigo que le enseñó a usar la aspiradora para limpiar las zapatillas para evitar casos así  (¡alucino! primera noticia). Incluso Héctor me comenta que él las limpiaba por debajo de las plantillas. Yo no lo acusé hasta el km 15 (salí de casa con el mismo calzado, me desplacé en transporte público y calenté, sin notar nada) pero en el 25 dije basta e intenté ponerle solución. Pero el maratón es otra historia, un pequeño incidente así irremediablemente hace pupa, como Darío coincide conmigo.

Hay bibliografía, experiencias de amigos y conocidos y también mucha épica en JJOOs y grandes campeonatos. En esta distancia puede pasar absolutamente de todo y era plenamente consciente, pero no esperaba una experiencia física tan extrema y desagradable en la primera tentativa. Me conozco y me costará recuperarme de este fracaso moral. Madrid ya es historia y yo me he quedado algo desubicado...

Sólo me queda pensar en que el camino hasta aquí no fue del todo en vano. Conocí por primera vez las medias de Fuencarral, La Latina y Alcalá de Henares (aunque sólo tuve buenas sensaciones en esta última conforme mi preparación iba mejorando; con 1h17m). Y también arrojó otros frutos, con buenas clasificaciones en el Raid Villa de Madrid (febrero), en los 30 kms de las Vías Verdes (marzo), o en los 10km en el bosque de Entrevías (abril). Las 6 pruebas, inéditas para mí.





Muchas gracias de corazón a todas las personas que os habéis interesado por mí. 
Soy muy afortunado.

jueves, 25 de abril de 2019

Bikila, Antón, Radcliffe, Papá: El maratón de Madrid


En tiempos de Strava, era un secreto a voces (!). Durante semanas he escuchado a mi cuerpo antes de lanzar las campanas al vuelo. Las sorpresas amargas en forma de molestias físicas en los últimos 2 años me han obligado a ser muy prudente y a pensar sólo en el día a día. Y hoy, a exactamente 2 días vista del maratón, me atrevo finalmente a decir en voz alta que "SÍ", si todo va bien, disputaré mi primer maratón el próximo 27 de abril en Madrid

¿Por qué el Maratón?

En un tiempo tan incierto y líquido, en un contexto personal de cuestionamiento y, sobre todo, ante una excesiva consciencia de individualidad, cuesta encontrar pistas nítidas acerca de lo que creemos, hemos sido llamados a hacer en esta vida


Algunas personas, durante su infancia, van recibiendo ciertas pistas o nociones, especialmente desde su entorno social, acerca de lo que les tocará vivir: a veces estrechamente relacionado con un oficio, en otras con un dogma religioso o, simplemente, con el fin y principio de un ciclo vital. Así, por ejemplo, en ciertas latitudes hay personas que esperan con desvelo el día en que escenifican su tránsito de niña/o a mujer/hombre. En el caso de ellas lo llaman "puesta de largo". Otros rubrican su compromiso con una causa que, consideran, merece la pena creer (e incluso morir). También se conoce como "jura de bandera" en el ámbito militar. Y sólo por su capacidad para ilustrar esta idea, tomo prestado del diccionario taurino la expresión "tomar la alternativa". Pues bien, si por un momento hago acopio de este símil, pocas certidumbres tan claras he tenido en mi vida como que algún día correría un maratón. Me gustaría referirme a ello como "mi rito de paso".


Si bien estas confirmaciones suelen tener en común el componente tribal y comunitario, no me puedo imaginar una preparación más solitaria que la de los corredores de larga distancia. Y no es que lo repudie, al contrario, encaja con mi forma de ser. Sin buscarlo, correr, como os pasará a muchos/as, nos ha marcado profundamente. Podría citar aquí muchos lugares comunes a la hora de describir la pasión por este deporte, pero sólo acierto a decir que para mí es, simplemente, una forma de estar (sobre la tierra). Y creo que, como algo natural, y después de 13 años corriendo, la prueba reina ha llamado finalmente a mi puerta.

¿Cuántas veces habré conseguido tirar de motivación en los últimos metros de un entrenamiento duro pensando que podría ser el final de mi maratón?¿Cuántas veces me he visualizado levantando las manos al llegar a meta? ¿Cuántas veces he visto el final del triplete español en Helsinki 95 o la gloriosa llegada de Abel Antón a la Cartuja en 1999? Incontables o las suficientes como para saber que hay una sustancia ahí detrás que me mueve.

Siendo un niño contemplé a mi padre correr varios maratones y en ese momento, casi sin saberlo, adquirí para siempre el compromiso de imitar su pasos. Y como en mi casa ni somos creyentes ni pertenecemos a una saga de profesionales, correr 42 kms no sólo es una asignatura pendiente y un sueño: también es un rito que pasa por, 33 años después de SU primera vez (casi como mi edad actual), cerrar un círculo para pensar que, de alguna forma, el cosmos se vuelve a equilibrar (¿No seré yo Desmond en Lost?).

¿Por qué ahora?

Siempre me dije que esperaría a cumplir los 30 para dar este paso. Nunca he tenido prisa y de alguna forma siempre he tenido el plan en mi cabeza. Quizás las personas que llevamos "un ratito" corriendo aplicamos algo más de sentido común -si es que lo tuviera per se, que a veces pongo en duda- el paso a tan larga distancia. 

En estos años, también, he ido cogiendo los apuntes de algunos de vosotros, amigos, que con vuestros proyectos maratonianos he tomado buena nota de lo que significa prepararse para correr 42 kms. Respeto tanto la distancia que cuando un amigo o familiar ajeno a nuestro mundo me pregunta "¿ah pero tú no corrías ya maratones?" me quiero arrancar literalmente la peluca!!

Por otra parte, no ha sido fácil volver a entrenar con disciplina tras 2 años entrenando de forma intermitente por las molestias en el pubis y psoas. Tanto es así que, tras tomarle el pulso a los 10kms -mi distancia predilecta hasta la fecha- el pasado verano  y comprobar que estaba algo lejos de mi nivel previo a la lesión, decidí volver de manera "tapada", sin referencias previas en la distancia y mimando y haciendo macerar un estado de forma óptimo a partir de una sólida base como es la de la preparación del maratón. 

Curiosa paradoja, por otro lado, la de tratar de dar un paso adelante en eso de la madurez deportiva en un momento de bastante crisis atlética, ¡pero supongo que uno a veces así soy así de inoportuno, incómodo y difícil con uno mismo ...! 

Sea como fuere, la cura de humildad que nos inflige un estado bajo de forma o un mal resultado cuando competimos en lo que creemos es nuestro feudo o dominio (o "zona de confort", aunque esta expresión me produce sarpullido), es un reflejo tremendamente fiel de los altibajos que podemos experimentar en otras facetas de la vida: hoy puede ser tu momento, pero mañana a lo mejor ya no... ¿Pero quién te puede negar que pasado mañana puedas volver?.
El mundo sería mucho mejor si conociera la humildad y la empatía de la clase obrera del "running" (aunque esta sentencia suene a Veterano "F", sigo siendo Senior!).


¿Por qué Madrid?

Comparativamente, Madrid no es el mejor escenario para correr 42 kms. Además de su perfil accidentado y de su altitud, la densidad de corredores en marcas sub 3h-2h50 tiene mucho que envidiar en la actualidad a Sevilla o Valencia.

Su infraestructura es potente como para dar respuesta a tres distancias de asistencia masiva y su maquinaria comercial emite el ruido suficiente como para que todos sepamos que el Maratón de Madrid, encuadrado en el circuito Rock&Roll series y en posesión del la Gold Label (el máximo reconocimiento) de la IAAF, sigue siendo un reclamo y un clásico. 

Ya lo era a principios de los 90s, cuando mi padre y sus 'colegas' se vestían con el naranja del Mapoma. Fue el primer maratón en suelo español y, ahora, en 2019, cumplirá casualmente 42 años. 

Entonces era su colección de uñas moradas. El olor a reflex. La cara empapada de sudor e infestada de insectos pegados tras un duro entrenamiento. Los sentidos avivan la memoria y me trasladan a mi infancia, al recuerdo de acompañar a mis abuelos y a mi madre a ver entrar en meta a mi padre en El Retiro. Aunque entonces no me imaginaba cuánto cambiarían las reglas del juego,  él, sin pretenderlo, me inoculó este veneno.

Y todo este ladrillo para llegar hasta aquí, a mi declaración y manifiesto:

Porque cuando no tengo fuerzas para salir a entrenar, es la primera persona a la que llamo para escuchar ese "descansar es importante así que por un día que no salgas no pasa nada" (y así sentirme yo menos "mal"); por todo el taladre de los ritmos y las expectativas al que le someto antes y después de una competición; porque es capaz de madrugar lo indecible por acompañarme a competir al último pueblo del mapa (más allá de la zona B2); por traer siempre imperdibles porque sabe que a mí se me va la pinza; porque no puedo explicar que, aún con 32 años, la sensación de que tu padre te esté esperando después de cada rodaje largo en la Casa de Campo para recibirte con avituallamiento y ropa de recambio, sigue siendo la máxima expresión de lo que para mí significa "casa", "familia", y "protección". 

Por intentar ser como aquel hombre que me sacaba varios palmos y que guardaba (y guarda) todas sus medallas en una bolsa de Galerías Preciados y, sobre todo, para comprobar, papási tenías razón cuando de pequeño te pregunté si algún día podría correr tanto como tú y y me respondiste que seguro que mucho más. Va por ti.

Si todo va "bien", pasado el día "D" compartiré por aquí cómo me he preparado esta cita. Creo por mi parte he hecho los deberes adecuadamente. Ahora sólo queda cabeza, corazón y patas. Eso sí, tengo un poquito miedo.

Amig@s, si estáis en Madrid, cualquier grito de ánimo durante el sábado será acogido con muchísima gratitud. Recibir la energía de los míos es otra de las principales razones por las que considero que Madrid es la ciudad idónea para debutar.

Besos y abrazos.






viernes, 29 de diciembre de 2017

Vallecas, año 0

Nunca creí que pudiera llegar a decir esto pero, por primera vez en 11 años, este 31 de diciembre no correré la San Silvestre Vallecana; mi carrera. Pues sí, va a resultar que después de todo no somos máquinas. Tras haber competido durante 11 años casi ininterrumpidamente durante todas estas temporadas, 2017 fue el año en que, muy a mi pesar, tuve que parar.

Psicológicamente ha sido un año duro. Durísimo. Podría haber dado cuenta de mis intentos por volver y podría haber hilado el discurso y la retórica facilona del esfuerzo y las ganas de luchar, pero eso no va conmigo. Me gusta más la idea de trabajar en la sombra y brillar a la luz. Y han sido tantas las preguntas acerca de dónde estaba el camino correcto que tenía que seguir... 

Todo comenzó en noviembre de 2016, con unas molestias en el psoas que no me permitían entrenar al 100% y que me limitaban más con cada nuevo entreno. Ahora echo la vista atrás y observo esos 33:34 de la Vallecana pasada y aún me parece mentira que con ese lastre físico pudiera correr a ese nivel. Las ganas y la magia de esa carrera, sin duda. En enero las molestias se revelaron más intensas y tuve un papel muy modesto en el Campeonato de Madrid de Cross. Dos semanas después se produjo el gran descalabro en el Campeonato de España de Media Maratón de Granollers. En ese momento dejé de ponerme las zapatillas con la enorme frustración de no poder acudir al nacional de cross por equipos.

Una de las pocas zancadas de 2017. Atacama, Chile

En febrero recurrí a ayuda profesional. Una resonancia descartó que tuviera pubalgia, pero señaló la existencia de una tendinitis en la intersección del aductor derecho. Las sesiones de láser y ultrasonido sirvieron de poco o nada y algo parecido sucedió con las infructuosas sesiones de fisio. No obstante, decidí darle tregua al músculo y parar durante tres meses. Pero tanto a comienzo como a final de verano volví a intentarlo pero me di cuenta de que el asunto apenas había mejorado. Desde luego que podía trotar, pero no me da vergüenza admitir que trotar me aburre de forma supina; necesito velocidad, sufrimiento y adrenalina para sentirme competitivo y capaz.

En la última parte del año decidí volver a tomar cartas en el asunto recurriendo a Luis del Águila, que no necesita presentaciones en nuestro mundillo. Ahora no me queda otra que esperar pacientemente mientras fortalezco mis puntos débiles porque todo parece indicar que es una debilidad muscular que se ha convertido en algo así como crónico y que condiciona mi rendimiento. En resumen, no queda otra que trabajar activamente y de forma localizada para poder volver.

Soy consciente de que en esta década he sido muy afortunado al ignorar que era posible que las temidas lesiones me acecharan ¿A mí?¡Si hombre! Y ahora que llegan, de acuerdo, he tenido que aceptarlas. Pero como algunos de vosotros sabéis -porque nos movemos en la misma onda y padecemos esta bendita locura-, correr no es una moda. No es crossfit ni es una Spartan race. Es una forma de conectar con el mundo y es una fiosofía de vida.

Y como no me da la gana desechar los ambiciosos planes que siempre he bosquejado para después de los 30, sigo albergando, incluso con más fuerza, la intención de correr más y mejor, y de enfrentarme algún día al maratón, mi sueño dormido.

Los 31 de diciembre comparten un momento muy concreto del día donde parece que el tiempo se detiene. No ocurre a las 23:59h en la Puerta del Sol. Tiene lugar un poco antes y relativamente cerca: exactamente a las 19:55h junto al Santiago Bernabéu. El reloj se para mientras me asedia un ejército agitado de atletas y contemplo el cielo para dar gracias -no sé muy bien a qué- por permitirme satisfacer, otra vez, un instinto tan primitivo como catalizador.

Espero que nos volvamos a ver pronto....

Un saludo a todos.


lunes, 30 de enero de 2017

Mi "parte" de lesiones y suplementación by Goalbox

Cerrando etapas...

2017 se presentó con un doble objetivo a corto plazo: el tradicional Campeonato de Madrid de Campo a Través de Cross Largo (29 de enero) y el Campeonato de España de Media Maratón de Granollers (5 de febrero).

Ahora bien, las molestias que padecí en el psoas en los últimos meses de 2016 me llevaron a recurrir al traumatólogo a mediados de enero. Cuando le expliqué mis síntomas, éste se atrevió a pronosticar una posible pubalgia, pero días después la resonancia reveló que "sólo" se trataba de una tendinitis de la intersección del aductor derecho, aunque el dolor que yo sigo percibiendo se irradia más hacia la zona abdominal, y de ahí que pensara inicialmente que se trataba del psoas.

Ante tan agoreras previsiones iniciales, hubo un día en que pensé en parar completamente para curarme, pues aunque no son limitantes, las molestias se agudizan según el día, y psicológicamente se hace duro remar con esta dificultad añadida. Sin embargo, al día siguiente me enteré de que mi club, el CAT Alcorcón, se había clasificado para el nacional de Cross Corto y me sacudió un ataque de rabia tal que me dije que haría lo posible por estar en el autonómico en dos semanas.

A fecha de 30 de enero y mientras suscribo estas líneas, ya puedo decir que disputé el Trofeo Marathon y que, aunque no quedara satisfecho con mi papel, cumplí con el equipo a pesar de que, por segundo año consecutivo y a pesar del carrerón de mis compis, nos quedaramos a sólo un puesto de clasificarnos para el Cto. de España de Clubes. Fue una carrera dura, de incontables curvas, mucho barro y con la obligada puesta en escena de clavos, que no usaba desde diciembre de 2013 (¡soy el grinch de los clavos!).
 
Así las cosas, y si todo va bien, sólo resta una semana para viajar a Barcelona y participar en mi tercer Campeonato de España de Media Maratón. No sé como responderá mi cuerpo, pero la espinita de la mala experiencia en Santa Pola en la edición anterior es un acicate para intentar pelear en una de las medias más célebres del calendario español. Pasada esta carrera convendrá relajarse y sumar a la rutina de ejercicios que ya sigo para tratar la lesión, las sesiones de fisio. Cruzamos los dedos.

... Y abriendo melones

Alguna vez ya he explicado que soy un corredor muy espartano, pero no de los que saltan obstáculos :) Digamos que, aunque siempre con los deberes hechos, corro "con lo puesto". Tanto es así que, en ocasiones, soy "el despistado" ya no sólo en los corrillos habituales que repasan la actualidad futbolística (ok, ¡también soy el grinch del fútbol!) , sino también cuando salen a la palestra cuestiones como los materiales técnicos de las zapatillas o el análisis de las pulsaciones (¡jamás he usado un pulsómetro!). En este sentido, el capítulo de la suplementación deportiva tampoco lo tengo trabajado, pero recientemente he tenido la oportunidad de aprender un poquito más.

Los chicos de Goalbox me propusieron probar su plan de suplementación durante las semanas previas a la Vallecana, el siempre primer objetivo importante de la temporada. Tomaron buena nota de mis entrenamientos (especialmente los más duros) y de mi objetivo y me enviaron a casa los productos y las instrucciones a seguir. Este es, y en mi opinión, el gran valor añadido de su proyecto: un plan a la carta personalizado, la solución perfecta para dummies que, por cuestiones de tiempo o por desconocimiento, no manejamos esos engranajes que también inciden en nuestro rendimiento deportivo.
Desde su tienda online se preparan los envíos de estas cajas tan cuquis

Ya anteriormente había navegado por Internet en busca de respuestas acerca de posibles productos que complementaran mi rutina, pero casi todas ellas estaban enfocadas bien al universo de los geles en maratón, bien al algo más intrincado mundo de los triatletas, cuyo enorme desgaste exige, según ciertas voces, la ingesta de glutamina y BCAAs. En definitiva, ninguna de estas casuísticas se ajustaba a mi perfil, más orientado a las carreras de entre 5 y 21 kms.



De esta forma, el plan de Goalbox me invitaba a probar cuatro de sus productos estrella.
Por una parte, la creatina (del fabricante Keepoing), que aumenta el rendimiento físico en series de alta intensidad y durante un esfuerzo continuado. Con un sabor anaranjado bastante agradable y de fácil ingesta, ha de tomarse 45 minutos antes de salir a entrenar. Respecto a las sensaciones y como persona que puede tomarse un café por la noche tranquilamente, debo decir que soy bastante inmune a todo aquello que deba producirte "subidones", pero me tranquiliza haber comprobado la gran cantidad de halagos de los expertos hacia las sustancias 100% creapure,  que aseguran, es la creatina más pura, segura y eficaz.

Por otro lado, también probé otros productos pensados especialmente para después del entrenamiento. Tres recuperadores en tres formatos distintos: barritas del fabricante Keepgoing; la bebida Totum Sport (diseñada para compensar la pérdida de electrolitos); y los sobres para disolver de Chimpanzee Quick Mix Recovery. Con las tres alternativas he acabado muy contento y en este apartado sí puedo decir que, una vez el cuerpo lo has probado, los pide. Me gustaría hacer especial hincapié en él último, que no deja de ser un batido sabor a chocolate pero con propiedades naturales y orgánicas, apto para veganos y sin gluten ni lactosa.
 
Así pues, esta incursión en el mundo de la nutrición deportiva puede servir de punto de partida para prestar un poco más de atención a los detalles y combatir el escepticismo siempre y cuando, como ocurre con Goalbox, nos encontremos con planes profesionales y personalizados, y con productos de calidad y lo más naturales posible.

miércoles, 18 de enero de 2017

Donosti, Valencia, Barcelona. Destino VALLEKAS

Después de haber cerrado 2016 me gustaría hacer balance de estos últimos tres meses, si bien nuestras temporadas no entienden de años naturales :) Un primer ciclo en el que he conocido nuevas carreras a lo largo de la geografía española vestido, un año más, con los colores del CAT Alcorcón.

En el mes de octubre tocaba remachar y acentuar todo el trabajo de fuerza propio de pretemporada. A los circuitos oberón y a las cuestas se sumaron dos pruebas cortas de campo a través. El 8 octubre disputé el último y el único de los crosses que no había disputado del mítico y entrañable para muchos, Circuito Madrileño de Cross Universitario.

A pesar de haber disputado tres campeonatos de España de la modalidad y haber corrido casi todas sus pruebas, nunca había estado en el campus de la Francisco de Vitoria en Pozuelo de Alarcón. Aunque feo y destartalado, me permitió compartir varios momentos con viejos amigos de nuestro mundillo.  Eso sí, con sensaciones de llevar el corazón en la boca ¡!.

Unos días después, me animé a participar en el Cross del Pilar que organiza la Agrupación Deportiva Sprint en el accidentado parque del barrio madrileño del mismo nombre. Aunque con mejores sensaciones que unos días antes, acusé los ritmos propios de la competición en tan tempranas fechas del calendario. Una auténtica jornada de cross con lluvia, frío y el correspondiente desayuno de campeones posterior.

Llegado el mes de noviembre, se plantearon varias escapadas que me permitieron tomar parte en varias pruebas míticas del calendario nacional, eso sí, sin ningún objetivo ya que en el undécimo mes del año el cuerpo todavía está empezando a trabajar y no hay entrenos de calidad detrás.

El segundo fin de semana de noviembre subí a Donosti para disputar la aclamada Behobia (20km) en compañía de mi buen amigo Héctor. San Sebastián enamora a cualquiera, incluso cuando la ciudad está infestada de corredores (demasiados, para la capacidad real de la ciudad). Para llegar a la salida es necesario acudir con bastante tiempo de antelación para desplazarse en tren y depositar la mochila en el guardarropa que hay en Behobia, junto a la frontera con Francia.

No obstante, la salida está bien organizada y no hubo sustos de última hora de esos que tan neurótico le ponen a uno en la misma mañana de la competición. Unos minutos antes de la salida , donde también se encontraban Carles Castillejo (vencedor a la postre) o Martin Fiz (localísimo mito), la organización le brindó un homenaje en forma de vídeo a la persona que falleció el pasado año mientras disputaba la carrera. Una imagen, la de ver a sus amigos abrazados frente a la pantalla, que a mí personalmente me dejó un poco descompuesto.

Mi opinión global de la carrera es positiva pero no es tan desmedida en elogios como la que habitualmente suelo escuchar. Es una prueba de 20km que transcurre, en su mayoría, sobre asfalto de vías interurbanas.

Es cierto que va coronando distintos hitos -como el paso por Irún-, donde la animación es especialmente ruidosa (algo que todos agradecemos), pero se me hacen algo aburridas las competiciones que transitan por carreteras para coches en lugares en medio de la nada.
Es cierto que la frondosidad del paisaje cantábrico colorea y embellece el camino, pero me recordó la sensación  interminente de tedio de la VigBay. Creo que definitivamente me quedo bien con las carreras que atraviesan el corazón de la ciudad, bien con el campo a través, pero las cosas a medias me parecen un poco rollo :S

En cualquier caso, la llegada a Donosti es muy especial. Terminé en 1h13 a una media de 3:40, lo que en el mes de noviembre supuso un buen resultado a la vista de la accidentada orografía de la prueba.  El "después" de la carrera vino rodado con bollos de chocolate (mi clásico) y pintxos;  ¡como no podría haber sido de otra manera!

Justo una semana después, y dado que otros años lo había tenido imposible para acudir, fui hasta Valencia para correr su 10km. En frío, debo admitir que fue un error porque muscularmente no me había recuperado de la Behobia, celebrada siete días antes. Corrí de forma muy muy incómoda y con la sensación de haber competido muy mermado.

Una lástima, ya que es un circuito muy plano donde poder hacer muy buena marca. En este sentido, debería haber aprendido la lección de enero de 2015, cuando disputé el autonómico de cross después del Cto de España de Media en Santa Pola y también sufrí muchísimo (espero que no caer en este error por tercera vez). 

La parte buena de esta escapada fue verme salpicado por la euforia de la maratón. Me pareció muy notable la implicación de la ciudad (que no conocía hasta la fecha) y sus vecinos con la carrera, y celebro que una localidad española albergue una prueba de maratón con estándares de calidad tan altos. Mi tiempo, de 34:21, pasará a mi historia personal como un resultado sin pena ni gloria.

El mes de noviembre, tan prolífico en carreras en nuestro calendario, acoge también una prueba mítica y, de hecho, la más antigua de nuestro país en la modalidad de ruta. La famosa Jean Bouin de Barcelona. Es, de estas tres últimas , la que más ganas tenía de conocer. Al fin y al cabo, los seguidores del atletismo llevamos años escuchando y leyendo las noticias en torno a la prueba internacional, donde es necesario acreditar una marca inferior a 35 min en 10km en hombres.

Pese a poder acreditar la mínima, no encontrarme aún en plena forma me disuadía mucho de competir con los mejores (apenas un a treintena cada año en línea de salida) y no poder dar lo mejor de mí. Así que decidí correr por segunda vez por las calles de Barcelona tras la Cursa Bombers (WE RUN BCN) de junio de 2015.

Pese a que la segunda mitad de la carrera, sobre todo a partir del km 7, pica mucho hacia arriba, me encontré muy bien en estos tres últimos kilómetros, adelantando a varios corredores y finalizando en 34:21 con buenas sensaciones en "las patas".

Y el mes de diciembre llegó con dos citas clásicas de mi agenda. El Cross de los Poetas, donde acusé mis continuadas molestias este año en el psoas (parece que campo a través y psoas son antagónicos) y donde conseguí un 5º puesto sobre su clásico circuito de tres vueltas de 2km en la Dehesa de la Villa; y por otra parte la San Silvestre Vallecana Internacional, sobre la que ya he expresado en muchas ocasiones por qué es tan ESPECIAL. Este año tuve tiempo de rescatar algunas imágenes de vídeo de algunas participaciones pasadas en un pequeño vídeo.

Psicológicamente fue una edición en la que:
-Uno, me enfrentaba, como es tradicional, a la incógnita sobre mi estado de forma
-Dos, no sufrí tanto como otros años y no se me hizo "larga"
-Tres, me faltaron ganas de sufrir un pelín más. Analizando los parciales, en la parte que más segundos perdí fue bajando desde Atocha en dirección Puente de Vallecas, un dato que a priori no tiene mucho sentido.

Por tanto, considero que me faltó un plus de ambición.  No obstante, logré llegar a meta en 33 minutos (33:32), como recoge este vídeo :)

La Vallecana sigue siendo la única prueba que disputo desde que comencé a correr. Y ya van once ediciones:
201633:32
201533:01
201433:11
201333:05
201232:56🔼MM
201133:22
201034:03
200935:58
200835:27
200735:46 SSP
200635:48 SSP



Enero se presenta con grandes incógnitas. Espero desvelarlas muy pronto :)

martes, 8 de noviembre de 2016

Entrenos y música: Panasonic Wings

No podría acordarme del número de veces que, ya incluso con la indumentaria de correr puesta, he recurrido, aún estando en casa pero en el último minuto, al reproductor de YouTube para poner alguno de mis vídeos favoritos de motivación. En uno de tantos momentos como ése las fuerzas flaquean y cada uno tiene guardada su arma secreta. ¿La mía? La llegada a meta de Abel Antón en Sevilla'99 o la recta mágica de Mayte Martínez en Osaka '07. Y esto mismo ocurre también antes de salir a disputar una gran competición: cada vez que corro la Vallecana Internacional, me aíslo lejos de las masas para calentar escuchando alguno de los grandes hits que ponen mis ganas a punto para volar.

Por eso mismo, no me gusta abusar de mis 'temazos' cada vez que salgo a correr. Hay ocasiones especiales y hay días remarcablemente duros en los que toca dar todo de ti. Y es entonces cuando recurres a ella  porque sabes que, no sólo -a tu lado me siento seguro y yo puedo volar- te ayuda a concentrarte, sino que puede funcionar como revulsivo en ese momento de máxima exigencia. Al fin y al cabo todos, en algún momento, tenemos un crash con una canción que no podemos dejar de escuchar... ¿El peligro? Dejar que se pierda la magia #REAL

Ese otro cantar del que hablaba son las series. Los ritmos cañeros exigen harina de otro costal.
Cuando oímos bases de rock o techno aumenta el número de pulsaciones y acoplamos el ritmo de nuestra zancada con el de la música que escuchamos, muchas veces sincronizado con la cadencia a la que bombea el corazón. De esta forma, los caballos se multiplican y ayudamos al cuerpo y a la cabeza a olvidarse de la fatiga. De hecho, en algunas de las carreras más célebres del calendario, muchos puntos kilométricos disponen de escenarios con grupos de rock o batucada para resucitar a algún que otro cadáver!.

En este sentido, en los últimos meses he probado por primera vez unos auriculares propiamente deportivos, concretamente los del modelo Panasonic Wings BTS50. Se trata de unos cascos inalámbricos de gama alta pensados y diseñados para corredores, y mi experiencia ha sido muy recomendable :)

Para determinados aspectos 'del correr' soy muy maniático, y de la misma manera que no me gusta dar vueltas a pistas o circuitos, por ejemplo, no soporto la cuestión 'cables que se enganchan', ya sea al cuello del cortavientos, a la cintura etc. y que genera gran incomodidad. En este punto, los Panasonic Wings evitan este quebradero de cabeza y además, el pequeño cable que separa cada uno de los audífonos se puede regular y adaptar para que no cuelgue ni bote. A eso hay que añadir que la patilla es flexible y que se ajusta perfectamente a la forma de la oreja. Se enganchan al oído eficazmente a pesar de los movimientos bruscos y la calidad del sonido es una pasada.

Por otro lado y en general, soy bastante sobrio y espartano para correr: si puedo evitar llevar reloj lo hago; no voy pendiente de pulsaciones; no uso medias ni manguitos compresores o gafas; y ni mucho menos he recurrido nunca un frontal!. Me gusta la idea de que los BTS50 dispongan de la opción last minute de carga: con dejarlos 15 minutos enchufados a la red, puedes usarlos después durante más de una hora, que es aproximadamente mi tiempo habitual de entreno.

Como decía, me gusta ser práctico y despreocupado y no tener que planear con mucha antelación cómo pertrecharme cada vez que salgo ahí fuera. Eso sí, mi única condición es poder llevar música y es innegociable. Por eso, y aunque el progreso tecnológico en ese sentido no dependa de hombres de letras como yo (!), lo único que pediría a Panasonic es dar un pasito más y que los auriculares integraran el reproductor. Ahí queda lanzado el guante para su próximo prototipo :)

¡Hasta la próxima!

 

sábado, 20 de agosto de 2016

Buena suerte, Ruth.

Ha llegado ese día en el que intentas no pensar para no atacarte de los nervios; ¡el día más importante de los JJOO de Río!. La última vez fue desde una pantalla gigante en una iglesia de Londres, cuando no conseguí entradas para el estadio. Entonces, ese cuarto puesto con 2 metros fue verdaderamente dramático.

Ruth no corre, pero salta. Salta TAN bien que lleva más de 15 años siendo una de las 10 mejores saltadoras de altura del mundo. ¿Cómo debe ser eso de saberse la mejor indiscutible en algo?. Han sido necesarios muchos minutos de televisión (y de medallas) para que la cultura deportiva de nuestro país haya abrazado, también, a una de las mejoras especialistas de la historia.

Meeting de Madrid 2013

La saludé por primera vez en la Copa del Mundo de Madrid en 2002, cuando fui de voluntario, y cuando le pedimos una foto nos dijo: "Pero chicos, si la campeona de España es ella" (refiriéndose a Marta Mendía). Después tuve el privilegio de vivir en directo su medalla internacional en el Europeo Indoor de Madrid en 2005 con mi padre y casi 10 años después, disfrutar in situ de su segunda corona europea en Zúrich 2014.



Superviviente de varias generaciones de saltadoras, única atleta española con un Diamante y la más laureada hasta la fecha, está llamada a ser, al menos en nuestras plegarias (!) la atleta española que rompa POR FIN con la maldición olímpica de otros de los nuestros que nunca tuvieron ese reconocimiento (Natalia, Chuso, Yago, Mayte, Berlanas, Martin, Abel, Reyes o Marta, entre otros)

50km marcha en los JJOO Londres

Pase lo que pase esta noche, vamos a llorar por ella y por nosotros, porque tardaremos décadas o más en volver a tener a alguien con semejante talento innato y con esa poco frecuente mentalidad ganadora que tardó algo más en alumbrar.

Vuelta de honor en el estadio Letzigrund de Zúrich 2014
Sin duda, lo más "bonito" de la modesta dimensión del deporte español, es que saboreamos cada medalla de la delegación como única. Y más aún en el deporte rey, el más universal de todos.
Ésta es la medalla que soñamos y que se merece después de tanto tiempo el atletismo español

Buena suerte, Ruth.


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