Como un suspiro ha llegado Daegu. Y no querría dejar de dedicar unas líneas a ciertas figuras que, para mí, son auténticos próceres de nuestro atletismo. Me considero bastante alejado de todo lo que sea “mainstream” en atletismo, más aún cuando nuestro entusiasmo ha sido lacerado en fechas recientes, pero tengo debilidades. Y una de ellas es Natalia Rodríguez. A finales de los noventa algún que otro alto cargo federativo debió de frotarse las manos ante el alumbramiento de una atleta formidable, de esas que están tocadas por la naturaleza y que despuntaría en la prueba fetiche de nuestra tradición atlética en las grandes competiciones internacionales. Con sólo 22 añitos, Natalia fue capaz de alcanzar la final y proclamarse sexta del mundo en Edmonton 2001. Cuatro años después, en la pista mágica de Rieti, se convertiría en la única española capaz de bajar de 4 min en el 1.500m.
Algunos han acertado a decir que es introvertida, reflexiva, calculadora o inteligente. Pero parece que nada ocurre por azar en cuanto le sucede. Como ella misma ha explicado alguna vez, le gusta renovarse en su forma de presentarse a cada competición; cada reto es una nueva página en blanco ante la que hay que refrescar las ganas de ser la mejor, ya sea con todo el pelo trenzado, rapada, de rubio platino, con aros, sin ellos...
Natalia gana su primer meeting internacional |
Pero por mucho que se empeñe en renacer en cada competición, su elegancia y su perfecta técnica la delatan. Es una dama del atletismo, uno de esos talentos que deben mimarse mucho antes de que eclosionen y que poseen un don que pocas personas en el planeta comparten, y más en nuestro deporte, a mi juicio el más universal y democrático. Aunque, como recuerda Marta Dominguez, no ha tenido la suerte, aún, de que el mundo se rinda a sus pies.
Natalia se deja ver poco, no compite apenas fuera de nuestro país. Trabaja sigilosamente en Tarragona, en las pistas de Camp Clar: un escenario tranquilo, alejado, casi solitario, ideal para forjar sueños, como señala Ignacio Romo.
Contentísima con su sexto puesto en Beijing 2008 |
Los que aman como yo este deporte, habrán extraído distintas lecturas de la trayectoria de la atleta tarraconense. Personalmente, me fascina su rendimiento después de haber dado a luz: de cómo trabaja la mente, esa prodigiosa herramienta tan denostada. Esa que un día se formuló la posibilidad de llegar a Pekín pocos meses después de convertirse en madre. Y lo logró. O esa que es capaz de esbozar un metal precioso en la imaginación y conseguirlo. Porque ¿qué más da todo lo demás cuando uno se sabe seguro de sus posibilidades?. Natalia no ha batido el récord del mundo de la distancia porque ni siquiera se lo ha planteado, o eso creía en 2009 su entrenador Miguel Escalona a propósito de la celebración de los mundiales de Berlín.
El doblete femenino en los 1.500 de Barcelona será imborrable |
Como ya se ha apuntado, tiene una capacidad inusitada para proyectar lo que apunta su mente. En este punto radica el don y lo sublime de su hacer. Natalia persevera y no agota su capacidad para sorprender. Un tour de force que a nosotros nos embelesa o una vuelta de tuerca que dibuja una filosofía de trabajo y de vida muy, muy personales.
Esa humildad y esa discreción la llevaron a no celebrar el oro en Berlín. Como aficionado no había vivido hasta entonces un momento tan fatídico, tan trágico, tan doloroso como aquel. Sólo recuerdo un sentimiento similar cuando Marta cayó en el penúltimo obstáculo de su final olímpica. Aún así, de aquel episodio siempre recordaremos el fair play de Natalia cuando se agachó para consolar a Gelete Burka.
Abatida, ni siquiera pasea con la bandera ante los pitidos del público alemán |
Las prodigiosas piernas de Natalia reclaman un lugar que le haga justicia. En el camino visitarán Daegu, pero llevan mucho andado. París la aplaudió cuando, en la prueba de la Golden League de 2003, se coronó ante la élite mundial. Berlín, en cambio, la abucheó cuando luchaba por la cuerda que un día Cacho defendió inspirando, sin saberlo, a toda una generación. Somos afortunados de tener a Natalia, porque desde hace un par de años estamos asistiendo a SU MOMENTO. Ojala obtenga su recompensa en Corea. Paris, Berlín, Barcelona… Londres.
Medio año después de Berlín, Natalia se resarció con su plata mundialista en Doha |