¿"Nadie dijo que fuera fácil"? mentira: ¡yo sí!; y me lo he tenido que comer con patatas. Fui hasta Torrelodones con la idea de revalidar un puesto como el del pasado año (2º) como si se tratara de coser y cantar. Sin embargo, sólo pude ser octavo aún corriendo mejor que entonces. A la cita decidieron acudir unos cuantos fieras para dar relieve a la prueba masculina y ponérmelo más difícil a mí de paso.
Se trata de una carrera de 7km con un perfil duro a la vista de la orografía de Torrelodones. Así pues, salí con el grupo de cabeza hasta el kilómetro 2, pero poco después tuve que disminuir las revoluciones porque no era capaz de aguantar un ritmo tan exigente.
Tres atletas de amarillo (dos Valdemoros y un Menorca) me dan caza dos kilómetros más tarde y me sumo a su grupo, con el que acometeré dos de las cuestas más duras de la competición. Pero uno de los repechos nos deja tocados al Menorca (ganador de la pasada edición) y a mí, por lo que perdemos la comba de los otros dos atletas. Apenas quedan dos kilómetros y ahora sí, los repechos descendentes nos ayudan a recuperarnos y soy quien tira durante la última parte de la carrera.
A falta de menos de un kilómetro atisbo un triatleta que ha pinchado, pero si bien no voy a poder alcanzarle, este pique pasajero me insufla algo de fuerza y me distancio de mi perseguidor en los metros finales previos a la línea de meta.
Sea como fuere, y a pesar de no ver satisfechas mis expectativas, me consuela el promedio final de 3,20 min/km que figura en las clasificaciones. Es el ritmo que mis piernas tienen que hacer suyo en este tipo de lances para encarar con confianza el desafío de Laredo. Pero a menos de tres semanas para viajar a Cantabria, debo admitir que, atléticamente hablando, el mes de febrero se me hace, un año más, lastimosamente largo y aburrido. A duras penas estas dos últimas carreras populares me han provocado la agitación que necesito para darle duro entrenando y compitiendo. Pero llegará, llegará el mes de marzo.
Últimos metros antes de cruzar la meta |
A falta de menos de un kilómetro atisbo un triatleta que ha pinchado, pero si bien no voy a poder alcanzarle, este pique pasajero me insufla algo de fuerza y me distancio de mi perseguidor en los metros finales previos a la línea de meta.
Sea como fuere, y a pesar de no ver satisfechas mis expectativas, me consuela el promedio final de 3,20 min/km que figura en las clasificaciones. Es el ritmo que mis piernas tienen que hacer suyo en este tipo de lances para encarar con confianza el desafío de Laredo. Pero a menos de tres semanas para viajar a Cantabria, debo admitir que, atléticamente hablando, el mes de febrero se me hace, un año más, lastimosamente largo y aburrido. A duras penas estas dos últimas carreras populares me han provocado la agitación que necesito para darle duro entrenando y compitiendo. Pero llegará, llegará el mes de marzo.
Las clasificaciones, aquí.
¡Hasta la vista!