miércoles, 16 de enero de 2013

Escasos segundos

 Nos vemos en Vallecas.

La frase que todo lo comprende.

La que cada 31 diciembre y a eso de las 19:20 de la tarde nos intercambiamos mi padre y yo en los aledaños del Estadio Santiago Bernabéu.  Es entonces cuando comienza su particular carrera por el suburbano para verme llegar a Vallecas. Pero entre esos dos momentos sucede algo irrepetible, casi maravilloso: se revuelven las entrañas, se despiertan los recuerdos inconscientes y se reavivan los sentimientos más profundos que inspiran tu pasión por el atletismo… ¿y esto por qué? Porque año tras año se ha forjado una prueba que está recubierta por un valor intangible casi único: la San Silvestre Vallecana Internacional rezuma ÉPICA. Y ésta, irreversiblemente, me abduce.

Pero el fenómeno “san silvestre” trasciende hoy en día ese concepto. Amigos, compañeros de trabajo o de clase y primos segundos también corren ese día y tu popularidad sube como la espuma cuando, ahora sí, correr mola y tú eres el  que, parece ser, se pasa el resto del año haciendo eso (¡matándose!). Y claro que sí, tomar parte en ella es una bonita forma de engancharse a nuestro deporte y de multiplicar el impacto mediático de nuestro atletismo  a-pesar-de-nike. Bravo por todos ellos.

Pero como señalaba al principio, este no es mi sino. Una hora antes de la prueba y frente a la algarabía y el ruido, voy en busca del silencio: el de un lugar apartado en el que pueda reproducir en mi mp3 dos canciones que me inyecten ese karma ad hoc para esta noche. Porque hoy es la noche. Es el día en el que nada queda del lado de la improvisación e incluso, sorprendentemente, preveo con detalle cualquier posible contratiempo. De esta forma, también en el terreno de lo deportivo he concluido una semana planificada para la supercompensación anterior a la competición. Así, repaso mi estrategia, que comienza por ubicarme en el mejor sitio de la línea de salida y que no es otro que el extremo izquierdo, como ya hiciera el año pasado. Cada paso a seguir obecede al plan y, paradojicamente, mi estrategia de carrera es firme y deliberada: sólo escucharé a mi cuerpo y correré por sensaciones, ergo sí y no tenemos plan.

Un servidor, en el extremo derecho de la línea de salida

Y como todo rito es social, el calentamiento en Concha Espina es momento de calurosos  reencuentros de diciembre: con tus iguales, con tus amigos, con tus mentores. Está a punto de comenzar la gran aventura y este mismo pensamiento se repite en los corazones de muchos de los que ya sí, estamos colocados en la salida a menos de un minuto para el estrépito. Esta cuentra atrás siempre me lleva a echar la mirada atrás al año atlético vivido y a sonreírme mientras pienso también en las personas que me esperan en  “casa”, pero las emociones alimentan sueños y nublan el pensamiento a los más viscerales, así que regreso a la concentración y templo los nervios mientras que en mi cabeza se atropellan las interjecciones cargadas de bravuconería y ambición propias de los últimos segundos  ¡¡¡¡  V-A-M-O-S !!!!! 

A mano izquierda, buscando el primer giro a la derecha


En este lado de la calle toda la vía es para mí y no hay ni tropiezos ni codazos sino limpieza absoluta. A medida que asciendo la cuesta voy torciendo a la derecha donde espero encontrar la referencia de la primera chica española. No la encuentro, como sí pasara en 2010 con Nuria Fernández y en 2011 con Marta Domínguez y me marcho solo durante los dos primeros kilómetros. Parece que al enfilar la calle Serrano nos vamos arremolinando en torno a un grupo de 6-8 corredores, y entre los que está también Daniel Carchenilla, referencia siempre de valor por lo parejo de nuestro nivel. Desconozco el ritmo pero vamos rápido; en la Vallecana no concibo otra forma de correr.





La bici que que acompaña a la tercera chica se pone a mi izquierda y compruebo que Diana Martin está corriendo en positivo siguiendo la estela de su marido, así que no es momento para seguirla, la suya es otra carrera. Pasamos la Puerta de Alcalá y dejamos Cibeles a mano derecha: nos acercamos al ecuador de la prueba y donde, tradicionalmente, el ácido láctico hace acto de presencia. Sin embargo, su incidencia no es especialmente grave y tras pasar el km 5 en 15:55, llego a Atocha con mucha moral para afrontar la avenida Ciudad de Barcelona.

Llegando a la plaza de Colón

El azar quiere que comparta estos metros de pasillos estrechos y muecas de extenuación con algunos atletas fijos del calendario madrileño;  algunos de mi generación, como Marcos García o Mario Moreno –también compañero de club-; o Pedro Sanz, que no requiere de más explicaciones. Los aplausos y los gritos nos empujan con fuerza en dirección hacia el Estadio del Rayo: la euforia embarga mi cuerpo y afronto con  decisión la larga cuesta vallecana, en cuyo final la animación del público en ensordecedora y donde compruebo que tengo fuerzas, que estoy bien, y que ya sólo hay que sufrir, a lo sumo, durante tres minutos más. Es en esta parte donde muchas caras conocidas pronuncian mi nombre y me aupan hasta la entrada del estadio: se acerca el fin, atisbo mi meta. Llega mi momento más esperado y el más íntimo: aquí estoy, devastado físicamente pero traigo mi alma en volandas.



Última recta. Un brazo al aire.  Y la unicidad de experimentar ‘lo sublime’ durante esos "escasos segundos"...

Esa fue la historia de mi San Silvestre en 2012. Una sobredosis de felicidad mayúscula y un justo reflejo de la exigencia diaria. El remate, el abrazo con las personas queridas y el saludo a mi idolatrada Natalia Rodríguez en la meta (¡majíiiiiiiisima!). Todo lo anterior debiera bastar para convencerme  de que las cosas, simple y llanamente, van bien pese a mi prudencia y escepticismo. Mis horarios de entrenamiento son complicados y también ha habido ciertos cambios en el plan, pero las directrices que me marca Jaime Rosado están cosechando un resultado muy positivo.

Comentando la jugada con Héctor y Dani

Me presenté en Vallecas habiendo corrido sólo sobre la tierra y el barro en las cinco pruebas de cross de estos tres meses previos . Ahora, tra algunos días de recuperación, vuelvo a la oscuridad del parque y de los horarios imposibles para preparar el Campeonato de Madrid de Cross del próximo 27 de enero.

¡Por cierto! -last but not less- en Vallecas conseguí mi mejor marca personal en La Vallecana en 32:56 (puesto 61º/634) y a tan sólo 10 segundos de mi marca personal. Honestamente, no pensaba que pudiera correr ese día en ese tiempo.

Pese a mi retraso, feliz años a todos :)