Coincide que, en diciembre, se dan cita dos de las
carreras con mayor componente emotivo para el que suscribe. Ya el año pasado me
detuve en bosquejar, con algo más de detalle y con ciertos visos de ¿lírica?,
algunas de las peculiaridades de esta prueba. En definitiva, se celebra en las
inmediaciones de una suerte de zona telúrica donde se han sucedido algunos
episodios de mi historia personal.
Llama la atención cómo perdura una prueba con 30
años de trayectoria y cómo resucita con cada ciclo y con cada nueva hornada de
atletas y ahora también de triatletas en ciernes. En cualquier caso, siempre se
dan cita corredores de todos los niveles. En estos últimos años se hicieron con
los primeros puestos algunos atletas de semi élite, si se me permite, como David Apraiz, Abdilah Foursi
(tercero recientemente en Canillejas) o
Javier Ramírez de Arellano (tercero en la SSVP del pasado año). Y afortunadamente,
y a pesar de estar un escalón por debajo respecto a éstos, este año he podido
resarcirme del cuarto puesto del año pasado e incluso mejorar el tercero de
hace dos.
Antes de la
salida pude calentar con Rubén y compartir nervios con Juanqui y su tropa, y es
que, en cualquier caso, en esta prueba se respira familiaridad. Tras efectuarse
la salida, me fui hacia las primeras posiciones a la vista de que ningún
corredor tomaba la iniciativa. Tanto fue así que me coloqué primero por simple
inercia y tiré del grupo de cabeza durante la primera de las tres vueltas -de
2km cada una-. Al concluir la primera vuelta miro por fin hacia atrás y
compruebo que sólo somos tres en el grupo.
Me hecho a
un lado y obligo a Javier Ramírez a llevar las riendas: él es quién atacará
cuando quiera y prefiero no ser yo quién se lo ponga fácil al otro atleta que
nos acompaña. La carrera sigue, por tanto, comandada por Ramírez hasta el final
de la segunda vuelta, cuando éste ataca y yo, consciente de mis posibilidades,
no aumento las revoluciones, si no que espero a una posible reacción del otro
atleta. Como parece que éste va sufriendo, decido aprovechar las bajadas y las
cuestas para ir ampliando la distancia y así, poco a poco, gano ventaja con el
objetivo de que no haya que decidir el desenlace en un final apretado.
A falta de
un kilómetro comienzo a pensar que voy a conservar el puesto y disminuye la
ansiedad por la cada vez menos peligrosa persecución del tercero. Los últimos
200 metros se convierten en un baño de masas emocionante y saboreo la entrada
en meta como si fuera la primera vez.
Las clasificaciones, aquí.
La alegría
de este domingo compensa algunos dudas que albergué la pasada semana, cuando me
hice un esguince mientras entrenaba entre las tinieblas de las noches cerradas
a eso de las 23:00 horas, mi hora habitual por las obligaciones diarias. Al día
siguiente, a la deformación por el torcimiento se sumó un ‘hostión’ terrible
que me di en el calcáneo del mismo pie… ¿Una señal tal vez?.
Muy bien acompañado por Juanqui y Jose |
En dos
semanas tenemos la cita más especial del año. La Vallecana ya está aquí y pese
a los horarios locos voy a intentar poner lo mejor de mi parte en estas dos
últimas semanas de entrenamiento antes del 31. Como el célebre eslogan publicitario, 'vuelvo' a casa en estas fechas y me marcho con un sabor realmente dulce. Como el del turrón.
¡Un saludo
a todos!
Enorme Miguel,
ResponderEliminarcorriste genial y yo, simplemente orgulloso de haber estado cerca de tus ritmos aunque fuera por poco timepo y sobre todo de haber compartido el "antes" y el "después"...
Enhorabuena por el puestazo.
¡A por la Vallecana!
¡Y por cierto!
Eliminar¡Las instantáneas son de la cada vez más eficiente técnica de mi chica Carol!