Mostrando entradas con la etiqueta Atletismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Atletismo. Mostrar todas las entradas

jueves, 25 de abril de 2019

Bikila, Antón, Radcliffe, Papá: El maratón de Madrid


En tiempos de Strava, era un secreto a voces (!). Durante semanas he escuchado a mi cuerpo antes de lanzar las campanas al vuelo. Las sorpresas amargas en forma de molestias físicas en los últimos 2 años me han obligado a ser muy prudente y a pensar sólo en el día a día. Y hoy, a exactamente 2 días vista del maratón, me atrevo finalmente a decir en voz alta que "SÍ", si todo va bien, disputaré mi primer maratón el próximo 27 de abril en Madrid

¿Por qué el Maratón?

En un tiempo tan incierto y líquido, en un contexto personal de cuestionamiento y, sobre todo, ante una excesiva consciencia de individualidad, cuesta encontrar pistas nítidas acerca de lo que creemos, hemos sido llamados a hacer en esta vida


Algunas personas, durante su infancia, van recibiendo ciertas pistas o nociones, especialmente desde su entorno social, acerca de lo que les tocará vivir: a veces estrechamente relacionado con un oficio, en otras con un dogma religioso o, simplemente, con el fin y principio de un ciclo vital. Así, por ejemplo, en ciertas latitudes hay personas que esperan con desvelo el día en que escenifican su tránsito de niña/o a mujer/hombre. En el caso de ellas lo llaman "puesta de largo". Otros rubrican su compromiso con una causa que, consideran, merece la pena creer (e incluso morir). También se conoce como "jura de bandera" en el ámbito militar. Y sólo por su capacidad para ilustrar esta idea, tomo prestado del diccionario taurino la expresión "tomar la alternativa". Pues bien, si por un momento hago acopio de este símil, pocas certidumbres tan claras he tenido en mi vida como que algún día correría un maratón. Me gustaría referirme a ello como "mi rito de paso".


Si bien estas confirmaciones suelen tener en común el componente tribal y comunitario, no me puedo imaginar una preparación más solitaria que la de los corredores de larga distancia. Y no es que lo repudie, al contrario, encaja con mi forma de ser. Sin buscarlo, correr, como os pasará a muchos/as, nos ha marcado profundamente. Podría citar aquí muchos lugares comunes a la hora de describir la pasión por este deporte, pero sólo acierto a decir que para mí es, simplemente, una forma de estar (sobre la tierra). Y creo que, como algo natural, y después de 13 años corriendo, la prueba reina ha llamado finalmente a mi puerta.

¿Cuántas veces habré conseguido tirar de motivación en los últimos metros de un entrenamiento duro pensando que podría ser el final de mi maratón?¿Cuántas veces me he visualizado levantando las manos al llegar a meta? ¿Cuántas veces he visto el final del triplete español en Helsinki 95 o la gloriosa llegada de Abel Antón a la Cartuja en 1999? Incontables o las suficientes como para saber que hay una sustancia ahí detrás que me mueve.

Siendo un niño contemplé a mi padre correr varios maratones y en ese momento, casi sin saberlo, adquirí para siempre el compromiso de imitar su pasos. Y como en mi casa ni somos creyentes ni pertenecemos a una saga de profesionales, correr 42 kms no sólo es una asignatura pendiente y un sueño: también es un rito que pasa por, 33 años después de SU primera vez (casi como mi edad actual), cerrar un círculo para pensar que, de alguna forma, el cosmos se vuelve a equilibrar (¿No seré yo Desmond en Lost?).

¿Por qué ahora?

Siempre me dije que esperaría a cumplir los 30 para dar este paso. Nunca he tenido prisa y de alguna forma siempre he tenido el plan en mi cabeza. Quizás las personas que llevamos "un ratito" corriendo aplicamos algo más de sentido común -si es que lo tuviera per se, que a veces pongo en duda- el paso a tan larga distancia. 

En estos años, también, he ido cogiendo los apuntes de algunos de vosotros, amigos, que con vuestros proyectos maratonianos he tomado buena nota de lo que significa prepararse para correr 42 kms. Respeto tanto la distancia que cuando un amigo o familiar ajeno a nuestro mundo me pregunta "¿ah pero tú no corrías ya maratones?" me quiero arrancar literalmente la peluca!!

Por otra parte, no ha sido fácil volver a entrenar con disciplina tras 2 años entrenando de forma intermitente por las molestias en el pubis y psoas. Tanto es así que, tras tomarle el pulso a los 10kms -mi distancia predilecta hasta la fecha- el pasado verano  y comprobar que estaba algo lejos de mi nivel previo a la lesión, decidí volver de manera "tapada", sin referencias previas en la distancia y mimando y haciendo macerar un estado de forma óptimo a partir de una sólida base como es la de la preparación del maratón. 

Curiosa paradoja, por otro lado, la de tratar de dar un paso adelante en eso de la madurez deportiva en un momento de bastante crisis atlética, ¡pero supongo que uno a veces así soy así de inoportuno, incómodo y difícil con uno mismo ...! 

Sea como fuere, la cura de humildad que nos inflige un estado bajo de forma o un mal resultado cuando competimos en lo que creemos es nuestro feudo o dominio (o "zona de confort", aunque esta expresión me produce sarpullido), es un reflejo tremendamente fiel de los altibajos que podemos experimentar en otras facetas de la vida: hoy puede ser tu momento, pero mañana a lo mejor ya no... ¿Pero quién te puede negar que pasado mañana puedas volver?.
El mundo sería mucho mejor si conociera la humildad y la empatía de la clase obrera del "running" (aunque esta sentencia suene a Veterano "F", sigo siendo Senior!).


¿Por qué Madrid?

Comparativamente, Madrid no es el mejor escenario para correr 42 kms. Además de su perfil accidentado y de su altitud, la densidad de corredores en marcas sub 3h-2h50 tiene mucho que envidiar en la actualidad a Sevilla o Valencia.

Su infraestructura es potente como para dar respuesta a tres distancias de asistencia masiva y su maquinaria comercial emite el ruido suficiente como para que todos sepamos que el Maratón de Madrid, encuadrado en el circuito Rock&Roll series y en posesión del la Gold Label (el máximo reconocimiento) de la IAAF, sigue siendo un reclamo y un clásico. 

Ya lo era a principios de los 90s, cuando mi padre y sus 'colegas' se vestían con el naranja del Mapoma. Fue el primer maratón en suelo español y, ahora, en 2019, cumplirá casualmente 42 años. 

Entonces era su colección de uñas moradas. El olor a reflex. La cara empapada de sudor e infestada de insectos pegados tras un duro entrenamiento. Los sentidos avivan la memoria y me trasladan a mi infancia, al recuerdo de acompañar a mis abuelos y a mi madre a ver entrar en meta a mi padre en El Retiro. Aunque entonces no me imaginaba cuánto cambiarían las reglas del juego,  él, sin pretenderlo, me inoculó este veneno.

Y todo este ladrillo para llegar hasta aquí, a mi declaración y manifiesto:

Porque cuando no tengo fuerzas para salir a entrenar, es la primera persona a la que llamo para escuchar ese "descansar es importante así que por un día que no salgas no pasa nada" (y así sentirme yo menos "mal"); por todo el taladre de los ritmos y las expectativas al que le someto antes y después de una competición; porque es capaz de madrugar lo indecible por acompañarme a competir al último pueblo del mapa (más allá de la zona B2); por traer siempre imperdibles porque sabe que a mí se me va la pinza; porque no puedo explicar que, aún con 32 años, la sensación de que tu padre te esté esperando después de cada rodaje largo en la Casa de Campo para recibirte con avituallamiento y ropa de recambio, sigue siendo la máxima expresión de lo que para mí significa "casa", "familia", y "protección". 

Por intentar ser como aquel hombre que me sacaba varios palmos y que guardaba (y guarda) todas sus medallas en una bolsa de Galerías Preciados y, sobre todo, para comprobar, papási tenías razón cuando de pequeño te pregunté si algún día podría correr tanto como tú y y me respondiste que seguro que mucho más. Va por ti.

Si todo va "bien", pasado el día "D" compartiré por aquí cómo me he preparado esta cita. Creo por mi parte he hecho los deberes adecuadamente. Ahora sólo queda cabeza, corazón y patas. Eso sí, tengo un poquito miedo.

Amig@s, si estáis en Madrid, cualquier grito de ánimo durante el sábado será acogido con muchísima gratitud. Recibir la energía de los míos es otra de las principales razones por las que considero que Madrid es la ciudad idónea para debutar.

Besos y abrazos.






miércoles, 18 de enero de 2017

Donosti, Valencia, Barcelona. Destino VALLEKAS

Después de haber cerrado 2016 me gustaría hacer balance de estos últimos tres meses, si bien nuestras temporadas no entienden de años naturales :) Un primer ciclo en el que he conocido nuevas carreras a lo largo de la geografía española vestido, un año más, con los colores del CAT Alcorcón.

En el mes de octubre tocaba remachar y acentuar todo el trabajo de fuerza propio de pretemporada. A los circuitos oberón y a las cuestas se sumaron dos pruebas cortas de campo a través. El 8 octubre disputé el último y el único de los crosses que no había disputado del mítico y entrañable para muchos, Circuito Madrileño de Cross Universitario.

A pesar de haber disputado tres campeonatos de España de la modalidad y haber corrido casi todas sus pruebas, nunca había estado en el campus de la Francisco de Vitoria en Pozuelo de Alarcón. Aunque feo y destartalado, me permitió compartir varios momentos con viejos amigos de nuestro mundillo.  Eso sí, con sensaciones de llevar el corazón en la boca ¡!.

Unos días después, me animé a participar en el Cross del Pilar que organiza la Agrupación Deportiva Sprint en el accidentado parque del barrio madrileño del mismo nombre. Aunque con mejores sensaciones que unos días antes, acusé los ritmos propios de la competición en tan tempranas fechas del calendario. Una auténtica jornada de cross con lluvia, frío y el correspondiente desayuno de campeones posterior.

Llegado el mes de noviembre, se plantearon varias escapadas que me permitieron tomar parte en varias pruebas míticas del calendario nacional, eso sí, sin ningún objetivo ya que en el undécimo mes del año el cuerpo todavía está empezando a trabajar y no hay entrenos de calidad detrás.

El segundo fin de semana de noviembre subí a Donosti para disputar la aclamada Behobia (20km) en compañía de mi buen amigo Héctor. San Sebastián enamora a cualquiera, incluso cuando la ciudad está infestada de corredores (demasiados, para la capacidad real de la ciudad). Para llegar a la salida es necesario acudir con bastante tiempo de antelación para desplazarse en tren y depositar la mochila en el guardarropa que hay en Behobia, junto a la frontera con Francia.

No obstante, la salida está bien organizada y no hubo sustos de última hora de esos que tan neurótico le ponen a uno en la misma mañana de la competición. Unos minutos antes de la salida , donde también se encontraban Carles Castillejo (vencedor a la postre) o Martin Fiz (localísimo mito), la organización le brindó un homenaje en forma de vídeo a la persona que falleció el pasado año mientras disputaba la carrera. Una imagen, la de ver a sus amigos abrazados frente a la pantalla, que a mí personalmente me dejó un poco descompuesto.

Mi opinión global de la carrera es positiva pero no es tan desmedida en elogios como la que habitualmente suelo escuchar. Es una prueba de 20km que transcurre, en su mayoría, sobre asfalto de vías interurbanas.

Es cierto que va coronando distintos hitos -como el paso por Irún-, donde la animación es especialmente ruidosa (algo que todos agradecemos), pero se me hacen algo aburridas las competiciones que transitan por carreteras para coches en lugares en medio de la nada.
Es cierto que la frondosidad del paisaje cantábrico colorea y embellece el camino, pero me recordó la sensación  interminente de tedio de la VigBay. Creo que definitivamente me quedo bien con las carreras que atraviesan el corazón de la ciudad, bien con el campo a través, pero las cosas a medias me parecen un poco rollo :S

En cualquier caso, la llegada a Donosti es muy especial. Terminé en 1h13 a una media de 3:40, lo que en el mes de noviembre supuso un buen resultado a la vista de la accidentada orografía de la prueba.  El "después" de la carrera vino rodado con bollos de chocolate (mi clásico) y pintxos;  ¡como no podría haber sido de otra manera!

Justo una semana después, y dado que otros años lo había tenido imposible para acudir, fui hasta Valencia para correr su 10km. En frío, debo admitir que fue un error porque muscularmente no me había recuperado de la Behobia, celebrada siete días antes. Corrí de forma muy muy incómoda y con la sensación de haber competido muy mermado.

Una lástima, ya que es un circuito muy plano donde poder hacer muy buena marca. En este sentido, debería haber aprendido la lección de enero de 2015, cuando disputé el autonómico de cross después del Cto de España de Media en Santa Pola y también sufrí muchísimo (espero que no caer en este error por tercera vez). 

La parte buena de esta escapada fue verme salpicado por la euforia de la maratón. Me pareció muy notable la implicación de la ciudad (que no conocía hasta la fecha) y sus vecinos con la carrera, y celebro que una localidad española albergue una prueba de maratón con estándares de calidad tan altos. Mi tiempo, de 34:21, pasará a mi historia personal como un resultado sin pena ni gloria.

El mes de noviembre, tan prolífico en carreras en nuestro calendario, acoge también una prueba mítica y, de hecho, la más antigua de nuestro país en la modalidad de ruta. La famosa Jean Bouin de Barcelona. Es, de estas tres últimas , la que más ganas tenía de conocer. Al fin y al cabo, los seguidores del atletismo llevamos años escuchando y leyendo las noticias en torno a la prueba internacional, donde es necesario acreditar una marca inferior a 35 min en 10km en hombres.

Pese a poder acreditar la mínima, no encontrarme aún en plena forma me disuadía mucho de competir con los mejores (apenas un a treintena cada año en línea de salida) y no poder dar lo mejor de mí. Así que decidí correr por segunda vez por las calles de Barcelona tras la Cursa Bombers (WE RUN BCN) de junio de 2015.

Pese a que la segunda mitad de la carrera, sobre todo a partir del km 7, pica mucho hacia arriba, me encontré muy bien en estos tres últimos kilómetros, adelantando a varios corredores y finalizando en 34:21 con buenas sensaciones en "las patas".

Y el mes de diciembre llegó con dos citas clásicas de mi agenda. El Cross de los Poetas, donde acusé mis continuadas molestias este año en el psoas (parece que campo a través y psoas son antagónicos) y donde conseguí un 5º puesto sobre su clásico circuito de tres vueltas de 2km en la Dehesa de la Villa; y por otra parte la San Silvestre Vallecana Internacional, sobre la que ya he expresado en muchas ocasiones por qué es tan ESPECIAL. Este año tuve tiempo de rescatar algunas imágenes de vídeo de algunas participaciones pasadas en un pequeño vídeo.

Psicológicamente fue una edición en la que:
-Uno, me enfrentaba, como es tradicional, a la incógnita sobre mi estado de forma
-Dos, no sufrí tanto como otros años y no se me hizo "larga"
-Tres, me faltaron ganas de sufrir un pelín más. Analizando los parciales, en la parte que más segundos perdí fue bajando desde Atocha en dirección Puente de Vallecas, un dato que a priori no tiene mucho sentido.

Por tanto, considero que me faltó un plus de ambición.  No obstante, logré llegar a meta en 33 minutos (33:32), como recoge este vídeo :)

La Vallecana sigue siendo la única prueba que disputo desde que comencé a correr. Y ya van once ediciones:
201633:32
201533:01
201433:11
201333:05
201232:56🔼MM
201133:22
201034:03
200935:58
200835:27
200735:46 SSP
200635:48 SSP



Enero se presenta con grandes incógnitas. Espero desvelarlas muy pronto :)

jueves, 19 de noviembre de 2015

MARTA DOMÍNGUEZ

Como muchos sabéis, Google Alerts es un sistema de notificaciones que te avisa vía correo electrónico de cualquier noticia que se publique en torno a aquellas palabras seleccionadas personalmente en ese motor de búsqueda. Pues bien, durante años yo sólo he tenido una alerta de dos palabras. Las mismas del título de este texto. Podría explicar el alcance de su figura con alguna palabra más si digo que cuando estuve de Erasmus en Praga en 2007 y los amigos extranjeros visitaban mi habitación, pocos se resistían a preguntarme quién era aquella chica del póster que colgaba en mi pared. “Well, she is my idol” solía responderles.


Marta es la mejor fondista española de todos los tiempos. La chica de la cinta rosa. La chica que corría por la cuerda. La senadora del PP. La palentina más internacional. La dopada.

Marta coprotagonizó los años dorados del atletismo español, con epicentro en el año 2002 y en los europeos de Múnich. Fue coetánea de algunos de los máximos exponentes de nuestro deporte como Yago Lamela, Manolo Martínez, Mayte Martínez, Reyes Estévez, Paquillo o Penti. Estos dos últimos, también sancionados por dopaje.

Septiembre de 2008, salida de la Human Race. En la zona de salida, no me doy cuenta de que a escasos metros se encuentra la persona cuya mala suerte hace unos días en Pekín la he vivido como si la de un familiar se tratase

Marta también estuvo allí. En el punto de inflexión en el que las dominadoras del fondo mundial dejaron de ser europeas y blancas para ser reemplazadas por las africanas: Paula Radcliffe, Sonia O´Sullyvan, Gabriela Szabo y Marta Domínguez entregaron el testigo a Dibaba y compañía. Y en años posteriores solía repetir con mucha razón este mantra: “Sin estar al cien por cien, es imposible pelear con las africanas”. Y astutamente escogió volcarse en los obstáculos en 2008 de cara a Pekín, una prueba prácticamente inexplorada y sin agotar, también para las etíopes y kenianas. Pero como a otras figuras mundiales e ilustres de nuestro atletismo como Natalia Rodríguez, García Bragado o Ruth Beitia, siempre le acompañará el anhelo de no haber abrazado la gloria de pisar el podio olímpico.

Álvaro y yo regalando momentos de groupie minutos antes de la final del europeo de Barcelona 2010. Tres meses después se conocía su embarazo y, a las semanas, su implicación en la Operación Galgo

Marta es también un ejemplo de producto de marketing tan poco frecuente en nuestro atletismo. Su carácter castellano, recio y duro, lejos de otras personalidades más expansivas como la de Chema Martínez, no fue óbice para, sin quererlo conseguir el respaldo del gigante Nike: con una imagen muy personal y con unos resultados internacionales inéditos en una mujer española, se convirtió en la embajadora de referencia de Nike España en la primera década de los dosmil.

¡He sufrido y he sido tan feliz con Marta! Lloré cuando se cayó en la antepenúltima valla de la final olímpica de Pekín cuando peleaba por la plata. Padecí enésimas taquicardias en Múnich 2002, Goteborg 2006, Toro 2007 o Berlín 2009, cuando conquistó el oro en finales cuyas crónicas en la prensa siempre coincidían en subrayar “el pundonor” de Marta.

Cumpliendo mi pequeño deseo de correr con ella. Lo hice durante 5 kms en mi amada san Silvestre Vallecana Internacional

Pero sobre todo me he tirado de los pelos en repetidas ocasiones al aflorar en mí ese lado de la deformación profesional. Aunque sórdido y delicado, la acusación de dopaje de Marta fue una crisis de reputación con pocos precedentes en España y a la vez un reto profesional para cualquier experto en comunicación. Pero ¡ay, Marta! Tantas cosas mal hiciste: tu silencio ruidoso y culpable con la operación Galgo; tu desgana para coger el toro por los cuernos y afrontar el chaparrón ante la prensa para comunicar tu inocencia; tu apatía lacerante en el año de tu despedida en Londres 2012, cuando tu indiferencia en zona mixta ante las cámaras de la televisión pública sentenció la misma indiferencia que procura hoy tu imagen entre los españoles, esos por los que, comentabas en Barcelona en 2010, habías de ganar una medalla. Ese elevado concepto que de los colores de tu país has sentido y demostrado se ha tornado hoy en día en desidia popular… ¡Qué pena no haber tratado de acercarte más a la afición cuando pudiste, a esa que siempre tanto te ha querido!

El pasado mes de junio, una cámara recogío mi "poker face" en la salida de la Cursa Bombers de Barcelona. Esto si que fue una resurrección inesperada cuando se pensaba que había colgado las zapatillas después de 2012.

Hacer un esbozo de su travesía judicial sería harto complicado y aburrido, pero sólo querría recatar aquí que las reglas del juego, por fin, se han cumplido. Hoy, 19 de noviembre de 2015, Marta ha sido sancionada por el TAS por los resultados anómalos en su pasaporte biológico. Y no hay nada más que apuntar.

Todos  hemos sufrido sinsabores sentimentales, y aunque siempre nos convencemos de las razones “feas” para recordar aquello que empañó la historia y reforzarnos en nuestra posición, no sería honesto esconder aquellos momentos que, aunque a veces muy breves, nos permitieron conocer, en sentido amplio, lo que es la felicidad.

Algo parecido ocurre con esta decepción tan contemporánea de perder la ilusión y la confianza en el héroe/ídolo en el que creías por haber hecho “trampas” en el deporte… ¡Y cuántos quebraderos de cabeza derivados de esa lucha interna!. La faceta humana que entraña el dopaje es un fenómeno tan apasionante que pagaría por conocer de primera mano “su verdad” y comprender las dimensiones de esa decisión. Un aluvión de factores e ideas peregrinas se me vienen a la cabeza: la influencia que los managers tienen en el atletismo de élite; la cuestión generacional de esos años en el panorama atlético (y ciclista); o el hecho de que, y así lo pienso, el caso de Marta sea sólo la punta del iceberg de una cuestión de alcance planetario. Una cuestión de la que sabemos muy poco porque no sólo trasciende la barrera del tiempo (los avances van por delante de los sistemas de control y detección) sino la económica y la del bolsillo de los agentes que diseñan el efectista espectáculo de deporte de primer nivel.

Berlín 2009. El logro más importante: ser campeona del mundo en 3.000m obstáculos

Marta es y ha sido muchas cosas. Pero la más importante es que encarnó el paradigma de atleta que yo quería llegar a ser. La que protagoniza ese vídeo de youtube que pones 2 minutos antes de salir a entrenar, cuando estás ya enfundado en tu ropa de invierno, para conseguir un último chute de motivación. La línea que cerraba el círculo perfecto entre el aficionado al atletismo y el corredor amateur ávido de aliento que comenzaba a soñar con bajar de 40 minutos en un 10km.

No sé si Marta “persona” leerá algún día esto, pero si así sucediera ahora o dentro de 30 años, me colmaría como pocas cosas poder charlar con ella. Hasta ese momento, nos seguiremos viendo en ese limbo inconsciente en el que a veces se dan cita amigos de la infancia de los que llevas años sin saber nada pero que vuelven a tus sueños con el mismo aspecto y espíritu de entonces. En su versión más pura y original, como la primera vez que les viste.

Budapest, verano del 98...








lunes, 6 de mayo de 2013

"¿Corriste el maratón?" Y otras afrentas públicas

Esta es la manida pregunta que te hacen un día 27 de abril aquellos que saben que corres. Claro, soy tan versátil que intercalo la pértiga con los 100km. En mi caso, persona algo neurótica, siempre respondo escandalizado -pero templado- con algo así como que  el maratón son palabras mayores y que hay que tenerle respeto…. ¡Ah! y que ya si eso a partir de los 30. Respuestas comodín para preguntas previsibles, como cuando al poco de conocerte te sorprenden con la de ¿y no te aburre correr?. Sí, y tu capacidad para las relaciones interpersonales las gestionas dabuti (fist!).

Otro comentario que me pone negro es la de aindever qué delgao estás (subráyese el gesto de reprobación). Sí, hay personas que no saben  que, según qué persona, decirte esto es como si a ellas les llamaras gordas: se trata de un “daño” colateral que en determinados momentos o circunstancias puedes no sentirte especialmente cómodo con él. Mejor, shut up.

A propósito de esto, hace unos días leí unas palabras de George Sheenan,  cardiólogo estadounidense  y escritor de libros de running, que bien podría servirnos a muchos como alegato en nuestra defensa:

“Pertenezco a la familia de corredores de fondo, mis huesos son pequeños y mis piernas relativamente corta. Mis músculos son fibrosos y poseo poca grasa en todo el cuerpo. Al igual que mis congéneres, tiendo a ser un individuo solitario y más dado a la reflexión que a la acción. Pero como debemos encontrar alguna acción y expresión física, lo hacemos en el correr".

Suscribo cuanto esta mente pre-clara señala en este párrafo y muy especialmente su reflexión acerca de la personalidad de algunos de ellos o de nosotros mismos. Ectomorfos somos y en los caminos …¡de tierra y polvo! nos encontraremos. Y no, este término no es un insulto ;)

Los que corremos son eminentemente ectomorfos (izqda.)
Pero volviendo al maratón de Madrid, en ese fin de semana no suelen celebrarse carreras en ruta ya que el Mapoma tradicionalmente ha tenido un enorme poder de convocatoria. Sin embargo, y por fechas, me venía bien foguearme y correr con chispa en alguna carrerita corta; y así di con la Carrera popular de Colmenar de Oreja, en la que además la idea de que se celebrara por la tarde-noche -¡mi hora perfecta!- acabó por convencerme.

Hasta allí fui con la familia García Rodrigo. Y se puede decir que la cosa quedó entre unos pocos más. Pero en esto de las auténticas carreras populares, a las que soy asiduo ya en estas fechas de buen tiempo y supuesta relajación, nunca se puede vender el pescado antes de cogerlo. Creo que no éramos ni 50 corredores entre los dos sexos, pero vaya si me calenté, pues no desees pisar más allá de la línea que demarca el feudo de los atleta locales que en determinadas zonas gobiernan.

En este caso, Ismael Mingo Mingo, mediofondista de calidad y con 32min en 10km; y Carlos Hernández, simplemente, un Menorca; parecen ser los señores de estas latitudes. Corrimos de lo lindo a lo largo de las tres vueltas que rodeaban el casco urbano del pueblo, siendo el punto neurálgico del recorrido el tendido o ruedo de la plaza del pueblo, una versión minimalista del vecino Chinchón.


Pues bien, aguanté las dos primeras vueltas con ambos, pero en la tercera Ismael decidió atacar, no pudiendo seguirles durante la última vuelta aunque sin perder mi propia comba. El balance final fue un tercer puesto absoluto aunque segundo senior, amén de llevarme hechos los deberes con una interesante sesión de calidad. Un poco más detrás llegaba Álvaro, que acusó la intensidad de la corta distancia en una época en la que no puede entrenar todo lo que le gustaría. La clasificación, Aquí. 


Después vino el frío, y tras la larga espera para recibir una copa de manos de las “damas” del pueblo, llegó la mejor recompensa en la mejor compañía: un deleite llamado Jack Daniels Glazed Ribs, mi plato estrella de Fridays… porque total, y ahora sí, los de nuestra especie nos lo podemos permitir porque lo hemos escuchado por activa y por pasiva y con cierto resquemor: ¡Sí, claro, TÚ lo quemas TODO!


¡Seguimos pensando en el Agua!